La obra se adjudicó por concurso el pasado mes de junio a Fomento de Construcciones y Contratas (FCC). Esta empresa invertirá cerca de cien millones de euros en la construcción del complejo a cambio de una concesión administrativa para gestionar la instalación durante 24 años. Está promovida por la Mancomunidad de Municipios del Este.
La planta de tratamiento de basuras se ubicará en un solar cercano a la carretera de Daganzo, dentro del término municipal de Alcalá de Henares. Al menos parte del complejo pisará una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) bañada por el río Torote, un espacio protegido por la normativa medioambiental europea y considerado Lugar de Interés Comunitario (LIC) en el que viven aves protegidas, como las avutardas y algunas especies de aguilucho.
Fuentes municipales han asegurado que la zona está muy deteriorada y que allí ya no anidan aves protegidas. Sin embargo, ornitólogos conocedores del área aportan imágenes recientes -hechas en junio, aseguran- de avutardas y carracas sobrevolando los barbechos de la futura planta de basuras.
Por su parte, la organización Ecologistas en Acción denuncia el desinterés de los organismos públicos por la conservación de este lugar de protección para las aves. Esta entidad se opone a la construcción del complejo de gestión de residuos en la zona por su efecto sobre el hábitat de estos animales. "Además, se trata de una sola instalación que abarca muchos procesos, por lo que el impacto de todos ellos se concentra en la misma zona. Lo menos dañino para el entorno sería repartir las consecuencias negativas por distintos lugares", según un portavoz.
La auténtica manzana de la discordia del proyecto es la construcción en la planta de una incineradora que queme los residuos con un sistema de gasificación por plasma. Las temperaturas, superiores a 1.500 grados, provocan que cristalicen los residuos sólidos. En el proceso se obtienen syngas (un compuesto que se puede vender como combustible para generar energía eléctrica).
El Ayuntamiento aseguró a sus vecinos que esta tecnología de plasma era "vanguardista". Sin embargo, el informe técnico municipal que valoraba las ofertas de las empresas que se presentaron al concurso de adjudicación de la planta la calificaba como "tecnología de funcionamiento no contrastado". Así consta en el documento, al que tuvo acceso EL PAÍS.
Muchos alcalaínos no se fían. Critican la falta de información por parte del Ayuntamiento, al que la Federación de Vecinos de Alcalá acusa de no facilitarles los documentos que ha solicitado sobre el proyecto de la planta de basuras. "No tiene que ser muy bueno cuando está tan oculto", reflexiona su presidente, Fernando Salas.
Tal es el recelo entre los residentes que su alcalde, Bartolomé González, ha enviado cartas a los domicilios de algunos vecinos en el norte de la ciudad para tranquilizarles sobre la futura planta de tratamiento de residuos, en la que asegura que el complejo no emitirá ningún contaminante que pueda resultar tóxico.
En la misiva, González subraya que la incineradora no emitirá ningún contaminante tóxico para sus vecinos. "Jamás promoveré ni permitiré proyecto o actuación alguna que pueda ser nociva para mis hijos, para mi familia, ni para mis vecinos", asegura. En la carta acusa a la oposición de engañar y manipular a los vecinos respecto a la planta.Los grupos de la oposición, Izquierda Unida y PSOE, al igual que los vecinos, han solicitado, sin éxito, informes sobre el proyecto al Consistorio, que les remite a la Mancomunidad del Este, promotora del proyecto, formada por Alcalá, Ambite, Arganda del Rey, Campo Real, Meco, Paracuellos de Jarama, Pezuela de las Torres, Los Santos de la Humosa y Villar del Olmo.
El presidente de la Mancomunidad es el alcalde de Alcalá, y los informes de valoración de los proyectos los elaboraron técnicos del Consistorio complutense. Por su parte, los socialistas de los pueblos de la comarca del Henares se han unido para formar una coordinadora contra la instalación de la tecnología de plasma en el complejo, que gestionaría los residuos de más de medio millón de habitantes de la zona este de la región.
La gasificación por plasma, experimental, quema los residuos a elevadas temperaturas, que pueden alcanzar los 14.000 grados centígrados en condiciones de ausencia casi total de oxígeno. Descompone los materiales de desecho orgánicos a un gas compuesto de monóxido de carbono e hidrógeno (llamado syngas) y los inorgánicos a un vidrio inerte.
Suele emplearse para quemar residuos de alta peligrosidad (como los de los hospitales, aceites o neumáticos), cuya incineración por métodos tradicionales supondría la emisión de gases altamente contaminantes. Para alcanzar la temperatura precisa para que se den las reacciones, consume una cantidad de energía que supera con creces a la que se puede obtener con la combustión del syngas.
El complejo de tratamiento incluirá tecnologías de biometanización, compostaje, almacenamiento en vertedero y la planta de gasificación por plasma. Podrá gestionar entre 220.000 y 336.000 toneladas de basura cada año, de las que el 6% se tratarán mediante gasificación, según indicó el propio alcalde del municipio, lo que supone que entre 13.200 y 20.160 toneladas pasarían por la planta de plasma al año.
Fuentes del Laboratorio de Innovación y Reciclado de Materiales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) afirman que hay tres o cuatro plantas de este tipo en todo el mundo, cuya capacidad de tratamiento no supera las 16.000 toneladas al año, que generan alrededor de 150 kilogramos de escoria por cada tonelada de basura tratada, además de unos cinco kilogramos de azufre por tonelada.
Según los ecologistas, a esto habría que sumar el dióxido de carbono de los camiones que transporten la basura a Alcalá, los posibles olores que genere la planta y el problema del lixiviado (agua con suspensiones, principal fuente de contaminación del suelo). Por otra parte, el tratamiento de cada 1.000 kilos de basura precisa de unos 300 litros de agua que podría ser vertida al río Torote -siempre después de ser tratada-, lo que aún alteraría más el ecosistema de la zona, según los ecologistas.
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